Acapulco:

imaginando futuros entre narrativas de crisis y paraísos perdidos

Marcel Sebastián Anduiza Pimentel

Alejandra Trejo Nieto

 

“En Acapulco las piedras hablan el lenguaje augusto de la historia”: Vito Alessio Robles inició así su libro Acapulco en la historia y en la leyenda (1932) que narra su primera visita después de un largo y tortuoso recorrido por la primera carretera, la de 1927, que dio la puntilla al puerto, ya en franco declive, y lo convirtió en una gran ciudad turística. Dieciséis años después, en su segunda visita, Robles se vuelve testigo de esa reinvención. “Acapulco ha experimentado una radical transformación en la parte edilicia, con sus numerosos y bien acondicionados hoteles modernos y con la urbanización de los más bellos terrenos de sus alrededores. Hoy por hoy, Acapulco se ha convertido en un sitio ideal de recreo y esparcimiento”.1

Quizás poco queda de aquel Acapulco. Pero su historia va más allá de los nostálgicos “años de oro”, va más allá de los años de esplendor colonial y turístico—sin duda glorificados—los unos más que los otros: una historia que siempre resalta un presente en permanente decadencia. Con frecuencia “algún tipo de narrativa es movilizada para crear excursiones visuales sobre la larga historia de cambio urbano y económico en Acapulco…”,2 la ciudad mexicana con una de las bahías más hermosas del mundo. En años recientes, los medios de comunicación y las redes sociales se han visto inundados por notas, artículos y columnas, en medios nacionales y en varios otros de reconocido prestigio y circulación internacional, que hacen referencia a la violencia exacerbada y el deterioro social en el puerto. A partir de estas historias se han promovido una suerte de narrativas que relatan “la caída libre” del otrora considerado paraíso turístico mexicano. Todas estas narrativas, sin duda, describen una realidad grave, llena de historias desgarradoras que necesitan contarse, pero a menudo se ofrecen explicaciones simplistas y cortoplacistas que no refieren las causas profundas de esa realidad, y no esbozan —al menos— alternativas y salidas al entorno actual. Para esto último, es necesario ver más allá de la crisis de violencia e inseguridad causada por las diversas actividades delictivas del narco y del crimen organizado. Esencialmente, Acapulco y las raíces de su crisis actual necesitan entenderse a partir de las dinámicas históricas de largo alcance vinculadas con su economía, su desarrollo urbano y su posición en el regional, nacional e internacional.

I. Las narrativas

Con referencia a las narrativas más recientes sobre Acapulco, al menos cuatro son identificables. La primera, la narrativa de Acapulco como un reflejo del llamado Guerrero bronco, en historias sobre Acapulco y la Costa Grande relatadas con “esos aires de epopeya trágica”. La violencia se acentúa desde que se funda el estado de Guerrero en 1849. La narrativa del Acapulco timeless es la segunda. Así lo expone Julián Herbert en un número de Letras Libres sobre el puerto; su título: “Acapulco en caída libre.” “Acapulco es un lujo derritiéndose al sol”, escribe Herbert, “es todos los episodios de su historia al unísono. Acapulco es timeless”. Si en los 50 y 60 del siglo XX Acapulco era el “símbolo de las aspiraciones de modernidad y movilidad social de todo un país”, ahora, convertido en una cruenta zona de guerra, “su declive ha hecho de la ‘bahía más hermosa de México’ un síntoma del país”.

En otras ocasiones, Acapulco timeless se convierte en “María Bonita”, esto es, en la tercera narrativa, la de Acapulco como “paraíso perdido”. “María Félix es Acapulco. Esta mujer siempre fue engañada y tuvo que arreglárselas sola para sacar adelante a sus hijos”, nos explica el francés Ludovic Bonleux en su documental “Acuérdate de Acapulco”, al cual la revista Proceso le añade “el paraíso que se nos fue”, en un reportaje sobre el documental. Pero no es la primera vez que se nos va este paraíso: “no vivimos en un paraíso”, dijo el actual gobernador, Hector Astudillo. Francisco Gomezjara escribió un artículo sobre la pobreza extrema del puerto, los acusados contrastes sociales y el movimiento urbano popular de los años ochenta, el título del artículo: “Acapulco: el Paraíso perdido”;3 así lo describía también Ricardo Garibay en su libro en 1979.4 Acapulco estaba echado a perder, “spoiled”, mencionaba uno de los entrevistados por los reporteros del National Geographic en 1964, en un número especial sobre el puerto, “The Two Acapulcos”. Acapulco ya no era el mismo que cuando era un pequeño pueblito de pescadores, se decía desde los años cuarenta; la corrupción postrevolucionaria y los advenedizos lo convirtieron en Casi el paraíso como la novela de Luis Spota de 1956; Acapulco, belleza trágica y otros paisajes escribía mucho antes Juan R. Campuzano en 1937.

Por último, está la narrativa de la ciudad más peligrosa, que es una relativamente nueva, pero con raíces viejas provenientes de la idea de que esta ciudad porteña siempre ha sido violenta. El imaginario vigente sobre la ciudad más peligrosa ha descansado en la afluencia de datos estadísticos y rankings sobre los niveles de inseguridad y violencia en la última década. En los artículos o notas se hace referencia a las tasas de homicidios, a las encuestas sobre la percepción de la seguridad o a los niveles de criminalidad. A partir de ahí, sus autores dejan que la historia del Acapulco violento se cuente sola. Se trata de una historia plagada de referencias a la ola de crímenes violentos, homicidios, extorsiones, secuestros y venta de drogas que ha causado una devastación social primordialmente en las colonias pobres, pero sin que la franja turística haya quedado exenta de estas manifestaciones de violencia (Partlow, 2017). La aparición de narco mantas, autos quemados y decapitados hacen parte de los fines de semana violentos. Las principales víctimas suelen ser grupos gremiales concretos como los comerciantes y maestros (Fregoso, 2017), o bien grupos poblacionales vulnerables como los varones jóvenes que habitan en condiciones de alta marginación, hacinamiento y desigualdad (Juárez, 2016).

Como hemos dicho, abundan ejemplos de referencias que dan cuerpo a esta cuarta narrativa. Un artículo de Forbes en marzo de 2019 sitúa Acapulco como el ejemplo paradigmático de la actual crisis de seguridad en México; es el “Acapulco timeless,” pero no de Herbert, sino de Forbes. En un tono dramático y hasta cierto punto sensacionalista, un artículo de The Washington Post define a Acapulco como la capital mexicana del asesinato, la ciudad más mortal, un caleidoscopio de grupos criminales en conflicto y un monstruo de 100 cabezas. Acapulco, según el Wall Street Journal ocupa el centro de la murder capital que representa Latinoamérica a escala global. La prensa de habla inglesa ha publicado reportajes sobre la violencia en el puerto: “From Glamour to Gunfire” y “Sea of Sorrows Besets Fun City of Acapulco”, sólo que el primero se escribió en 2016 y el segundo en 1967.5 Acapulco es vista igualmente como una ciudad con su “peor crisis de imagen” a consecuencia de los actos delictivos relacionados con el narcotráfico. El puerto es concebido como el paraíso que se volvió el lugar más peligroso, foco de crimen y muerte, el municipio más violento del país, donde más personas se sienten inseguras la ciudad más peligrosa de México para las mujeres o la ciudad del pasado espléndido y el presente feroz. De la misma manera, en un video de la revista Proceso en 2016, a Acapulco se le designa como el “Irak guerrerense”. Las etiquetas impuestas a esta ciudad son diversas, pero provocan una misma idea: violencia suprema causada por la inseguridad.


 1 Prologo de la segunda edición del libro de Vito Alesio Robles, Acapulco en la historia y la leyenda (México, Botas, 1948).

2 Anduiza Pimentel, M. S. (2019). From pacific gateway to tourist city: Mobility, revolution, and the development of the Mexican seaside, Acapulco, Mexico, 1849-1970. PhD thesis. University of Chicago.

3 Gomezjara, F.A. (1982), “Acapulco: el paraíso perdido”, Revista Habitación, julio-diciembre de 1982,(No. 7-8), pp 103-111.

4 Garibay, R. (1979), Acapulco, México, Grijalbo.

5 “Sea of Sorrows Besets Fun City of Acapulco.” Los Angeles Times (1923-Current File), 2 de octubre, 1967

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